Seguro que alguna vez has leído las letras que vienen grabadas en el lateral de tus cubiertas. Estos datos vienen a indicar principalmente medidas y presiones recomendadas. Los fabricantes siempre establecen en los laterales la presión mínima y máxima que necesitan tus llantas para no sobrepasar esos limites y así sufrir un accidente.

Unos cuantos conceptos básicos
Una llanta no deja de ser un resorte de aire que va girando y que se comprime continuamente en la región de contacto con el terreno durante cada revolución. El aire presurizado dentro de la cámara interna del neumático está compuesto principalmente por una mezcla de dos gases, nitrógeno (78%) y oxígeno (21%), más trazas de una gran cantidad de otros gases, algunos bastante exóticos.
A menudo se olvida el hecho de que una llanta inflada es un recipiente a presión en el que el aire comprimido de su interior se controla razonablemente bien gracias a la ley física de los gases. Por consiguiente, este aire a presión posee una gran cantidad de energía almacenada que, si se libera instantáneamente, puede romper el neumático con una fuerza explosiva.

Riesgos de sobrepasar la presión recomendada
En los automóviles o camiones, una explosión de una llanta puede llegar a ser fatal para cualquier humano que se encuentre cerca. En las bicicletas, alguna vez habrás experimentado una explosión por exceso de presión y el susto es considerable.
Un exceso de presión en tus llantas también provocará graves consecuencias en tu conducción. La bicicleta perderá confort, agarre y muchas otras propiedades que nos aporta la estructura de la llanta y que no estaremos aprovechando con una presión excesiva.